¿Has pensado si perder peso no se trata únicamente de lo que comemos? Comer por emociones, en ocasiones, es la forma en que lidiamos con situaciones de la vida como la ansiedad que nos provoca incertidumbre, por lo que analizar nuestras emociones no es menos importante (o incluso es más importante) que lo que comemos.
Existe una fuerte conexión entre nuestra alimentación y nuestras emociones, aquello que más de alguna vez hemos escuchado como «comer por emoción». A menudo, comer es la forma en que enfrentamos la vida, usando la comida como un analgésico, un escape, un castigo, etc., por lo que es importante buscar respuestas más allá de la comida. Hay emociones incómodas como el dolor, el miedo, la culpa, el estrés, la ansiedad, la soledad, el aburrimiento, la privación, por las que inconscientemente usamos la comida para confortarnos a nosotros mismos.
Docenas de estudios muestran que las dietas generalmente tienen una tasa de éxito baja. Un estudio del British Medical Journal encontró que al cabo de un año, los participantes recuperaron todo el peso que habían perdido. La curita, es la dieta; la medicina, es nuestra psicología detrás de lo que comemos.
Cómo Evitar Comer por Emociones
Un comedor excesivo es a menudo una persona muy sentimental. Todos los sentimientos que enfrentamos con exceso de comida salen a la superficie, y sin las herramientas adecuadas, es un círculo de autosabotaje. Si queremos perder peso y no recuperarlo, tenemos que desarrollar formas más saludables de afrontar la vida.
Según la experta en alimentación emocional Tricia Nelson, existen 3 formas saludables clave de abordar las emociones y el estrés, que nos ayudarán a lograrlo de mejor manera:
- Analizar nuestras emociones
En lugar de enfocarnos en lo que nos están haciendo los alimentos (generalmente poco saludables), es abordar lo que los alimentos están haciendo por nosotros cuando al comer por emociones no estamos atendiéndolas.
Haz la prueba PEP (por sus siglas en inglés, Painkiller-Escape-Punishment)
La comida como: | Emoción relacionada: |
(Painkiller) Analgésico | Dolor |
(Escape) Escape | Miedo |
(Punishment) Castigo | Culpa |
Cuando la galleta “comienza a llamar mi nombre”, debemos preguntarnos “¿qué está pasando realmente?” “¿estoy tratando de comer por emociones no atendidas, adormeciéndolas con comida, o estoy queriendo escapar de algo que es abrumador, o quizás quiero castigarme?”
- Reducir el estrés
Los comedores excesivos son “over-doers”, es decir, que hacen de más (y en mi opinión, en ocasiones, también son pensadores excesivos).
El estrés juega un papel en los niveles elevados de cortisol, y el cortisol aumenta el apetito y hace que nuestro cuerpo almacene grasa en lugar de quemarla porque es una buena fuente de energía.
Cuando tenemos estrés, el cerebro no distingue la razón (si es real o mental). Si nuestra mente está llena de pensamientos de estrés automáticamente nos va a impedir tomar buenas decisiones acerca de lo que comemos.
Además, si la mente está llena de pensamientos y comportamientos que nos generan estrés, nuestro cuerpo no va a estar en la mejor disposición para quemar grasa y bajar calorías, pues necesita la grasa para generar una respuesta de “lucha o huida” ante un peligro latente (aunque el peligro esté solo en nuestra cabeza). A esto se le suma que se apaga la digestión (y en consecuencia el metabolismo), y la capacidad de absorción de nutrientes disminuye de un 40 a 60% por lo que se dan deficiencias nutricionales en nuestro organismo.
Para que el aparato digestivo absorba los nutrientes, debe estar limpio y sano. Si estamos intoxicados por efecto de una mala alimentación y un entorno tóxico, no absorbemos los nutrientes.
“No somos lo que comemos sino lo que absorbemos” – Del libro “Mis Recetas Anticáncer» de Odile Fernandez Martinez.
Entre otros efectos negativos del estrés emocional están:
- Las hormonas del apetito se salen de control (grelina que indica hambre, y leptina que indica saciedad)
- Disminuye la cantidad de la hormona de tiroides (que regulan la velocidad a la que se queman calorías, entre otras funciones) y hormona de crecimiento (que controla el crecimiento del cuerpo, entre otras funciones)
- Se disminuye la flora intestinal (la cual asegura el correcto funcionamiento de nuestro sistema digestivo, entre otras funciones)
Nuestro cuerpo grita lo que el alma calla. Todo síntoma de salud tiene una causa emocional. Debemos preguntarnos “¿qué tiene esto para enseñarme?”
El cuidado personal es una pieza crucial del rompecabezas de la pérdida de peso. Cuando nos tomamos tiempo para nosotros mismos, en realidad aumentamos nuestra capacidad de dar a los demás y también estamos mejor equipados para enfrentar los desafíos de la vida sin recurrir a la comida. Debemos aprender a decir no, una persona que come en exceso generalmente es una persona complaciente, lo cual causa agotamiento y sentimientos de resentimiento. Decir no, reduce el estrés y, en consecuencia, la sensación de hambre.
- Obtener apoyo de una comunidad de otros comedores emocionales
La alimentación emocional es uno de los hábitos adictivos más difíciles de romper. ¿Por qué? ¡porque tenemos que comer!
Investigaciones muestran que el apoyo grupal aumenta los resultados de pérdida de peso. No hay nada más reconfortante que conectarse con aquellos que realmente conocen la vergüenza y la humillación de comportamientos como sacar compulsivamente comida de la basura.
En resumen de estas 3 claves:
- Toma la prueba PEP y pregúntate qué sucede cuando te encuentras haciendo otro viaje a la cocina. ¿Es quizás un analgésico, un escape o un castigo?
- Controla tu estrés implementando hábitos de cuidado personal que pueden ayudarte a sentirte más centrado y está muy pendiente también al tema de ser complaciente con las personas.
- Nutre tu alma a través de la conexión y comunidad con otros comedores emocionales
La Solución a Comer por Emociones, No Es Hacer Dieta
¿Imagínate perder el peso que deseas y no recuperarlo? Mucha gente hace la dieta “yo-yo” donde perdemos y recuperamos el mismo peso una y otra vez. Los expertos dicen que es increíblemente poco saludable y nos hace sentir culpables, molestos y frustrados. Es como un fracaso perpetuo, y también es caro, porque tenemos que guardar todas esas diferentes tallas en nuestro closet (parece chiste, pero es anécdota).
Harvard publicó un estudio en el que estaban tratando de averiguar cuál era el componente genético para la pérdida de peso y no lo encontraron, pero lo que sí encontraron fue que el problema no era la dieta, sino comer emocionalmente.
Según Renée Jones en “Lose Weight and Keep It Off: Emotional Eating”, los siguientes 3 simples pasos, si bien no tienen nada que ver con la comida, pueden tener un impacto real en nuestras elecciones de alimentos y nuestra capacidad para alcanzar el peso que mejor se adapte a nosotros. Después de décadas luchando con comer emocionalmente, lo superó, perdió peso y, lo mejor de todo, no lo recuperó. Aprendió otras formas de calmarse y desde entonces ha ayudado a muchas mujeres y a algunos hombres a controlar su alimentación emocional. Démosle un vistazo.
- Romper la mentalidad de la «dieta yo-yo»:
Si no creemos que es posible, no es probable que suceda. Cuando rompemos esa mentalidad de la dieta yo-yo, comenzamos desde el lugar donde creemos que es posible. ¿Tenemos esa idea dentro de nosotros? Consideremos algunas preguntas… ¿Qué habilidades o talentos nos han ayudado a tener éxito en otras áreas? ¿Cómo podríamos usarlos aquí? ¿Qué es lo que nos hace pensar que no podemos tener éxito? ¿Queremos tener éxito? Y para algunos, ¿existe algún peligro en tener éxito? Tenemos que desentrañar esas creencias y acuerdos sutiles.
- Reconocer que la dieta no es solo para perder peso
Lo que aprendemos es un entrenamiento de lo que funciona para nuestro cuerpo (tipos de alimentos, tipos de preparación, frecuencia con la que comemos, tamaño de las porciones, etc.). Podemos aprender nuevas recetas y combinaciones de alimentos que realmente nos mantengan satisfechos y no aumenten nuestros antojos (comer emocionalmente). Podemos aprender a manejar nuestras comidas y meriendas cuando tenemos prisa. Aquí hay un consejo para nosotros: si el hambre aumenta nuestras ganas de comer emocionalmente, está bien llevar un refrigerio en el automóvil para el viaje de regreso a casa, así no vamos a querer sabotearnos cuando lleguemos. Debemos aprender lo que funciona para nosotros, y que sea sostenible para toda la vida.
- ¿Podemos hablar de comer emocionalmente?
Sé lo que nos lleva a la comida, dice Renée: es fácil, ciertamente está disponible, es legal y el efecto es instantáneo. Simplemente funciona, y en realidad es una respuesta física porque cuando comemos alimentos para sentirnos bien, inunda nuestro cerebro con un neurotransmisor llamado dopamina. La dopamina controla los centros de placer y recompensa del cerebro, por lo que cuando comemos algo placentero, tenemos un subidón de dopamina y nos sentimos mejor por un rato.
El elemento más efectivo para perder y mantener el peso es este mantra: «enfrentar las cosas, no llenarse de cosas la cara». Tenemos que aprender lo que se avecina para nosotros, lo que estamos tratando de ocultar, porque si no volvemos a nuestro «no me doy cuenta de lo que me está pasando», entonces podríamos llegar a nuestro mejor yo y nuestro mejor yo siempre toma mejores decisiones.
La raíz del comer emocionalmente no tiene por qué ser algún trauma -aunque podría serlo-, podría ser una experiencia que tuvimos o podría ser alguna creencia que aprendimos en el camino o podría ser algún gran recuerdo.
¿Qué comida buscas para sentirte consolado? Tómate un minuto para cerrar los ojos, piensa en esa comida.
¿Puedes verla? ¿Puedes olerla? ¿Casi puedes saborearla? Ahora considera, ¿Cuándo probaste esa comida por primera vez? ¿Quién te la dio? ¿Cómo te consoló? y luego, ¿De qué otras maneras puedes satisfacer esa necesidad?
Puedes abrir los ojos cuando reconozcas lo que le está pasando, luego puedes enfrentar tu situación y tomar otras decisiones para satisfacer esa necesidad.
Recordemos que todas las estrategias abusivas con nuestro cuerpo están condenadas a fracasar a largo plazo, porque nuestro cuerpo no está hecho para sufrir. El problema no está en el cuerpo ni en la comida sino en nuestra mente, en la inhabilidad para gestionar nuestras emociones si no aplicamos los principios adecuados.
Como conclusión
Podemos perder peso y mantenerlo si rompemos esa mentalidad de la dieta yo-yo; podemos perder peso y no recuperarlo si aprendemos de nuestra experiencia y hacemos lo que funciona para nosotros; podemos perder peso y no recuperarlo si reconocemos lo que nos impulsa el el hábito de comer por emociones y lo enfrentamos; y sí, podemos perder peso y no recuperarlo.
Si quieres saber si eres un comedor emocional o un adicto a la comida, puedes tomar este test (en inglés), elaborado por Tricia: Are you an Emotional Eater or Food Addict? – Heal your Hunger
AVISO IMPORTANTE
Esta información no es presentada por un médico y es únicamente con fines educativos e informativos. El contenido no pretende ser un sustituto del consejo, diagnóstico o tratamiento médico profesional. Siempre busca el consejo de tu médico u otro proveedor de atención médica calificado con cualquier pregunta que puedas tener con respecto a una condición médica. Nunca ignores el consejo médico profesional ni te demores en buscarlo por algo que hayas leído.